La cruz del Coto de Magros en BEARIZ
Alguien dice que los pueblos rurales se mueren porquensus moradores se hacen viejos y los jóvenes huyen de la aldea. Pero no por el hecho de que un lugar se bata entre la vida y la muerte a alguien se le ocurra instalar una cruz, antes de certificar su defunción. Porque si Manuel "El cabrero" sigue conservando una tradición ancestral, como es el pastoreo, en el lugar donde nació, a la señora Felicita se le ha ocurrido colocar en el Coto de Magros una cruz de grandes dimensiones en su finca colindante con la carretera de Beariz-Brués, de hierro laminado de unos siete metros de altura, equipada con material reflectante, por lo que se divisa a lo lejos. Al parecer cumpliendo una promesa.
Fue tanta la curiosidad por contemplar la emblemática cruz, que una vez que algún medio informativo ha dado a conocer la noticia, se ha convertido en la llamada de visitantes al lugar para contemplar el símbolo instalado, por tan buena señora. No faltando aquel que dice: ¡Qué bonita! Así se colocarán en otros muchos lugares convirtiendo el término municipal en una especie de calvario, porque cuando algo se muere no debe faltar, la cruz o el cruceiro, aunque las ordenanzas municipales no lo permitan; pero el regidor Manuel Prado López, conocido como "el histórico" lo consiente, aunque sea de modelo verbal, porque hay que cuidar los votos, y si es preciso a fuerza de cruces y tomándose la ley por la mano, como es norma. Porque: "o que manda, manda". Y si hay que cargarse un Pazo, (de 1750), no importa o la fuente de su entorno tampoco. Y que vengan la piqueta y la pala mecánica aunque la ley impida demoler un escudo o una fuente y consienta que se alce una cruz, como símbolo de una heráldica, de nobleza particular.
Claro está es la cruz de doña Felicita, porque para que se pueda impartir una bendición o colocar un símbolo tan significativo a capricho, algo se mueve por medio. A no ser que exista el muerto y nadie lo sepa. Para ello la vecina de Magros invirtió su dinerito y la cruz se halla alzada, con su jardín en el entorno resaltando el vigor de las flores que tan buena señora riega cada mañana. Ojalá que perdure por lo menos habrá peregrinación por algún tiempo al Coto de Magros, sin santuario, como al monte de Meira en Moaña, para contemplar la "silla" allí instalada. Aparte las cabras de Manuel que cada día lucen su imagen con el dorado pelo por montes y praderas, como símbolo de un pasado, al que todavía no han crucificado; mientras la cruz de doña Felicita continúe siendo el atractivo permanente y tema de diversos comentarios.Publicado en Faro de Vigo.