LA OTRA EPOCA - EL BALILLA DE MANOLO BARROS
Manolo Barros Otero, fuè aquel niño que hijo de buena familia y por ser ùnico,siempre destacaba entre los demàs .Acudìa a diario a la escuela. Buenos calzones y mejores zuecos, destacado estudiante. No dejaba de ayudar a sus padres en las tareas del campo, sobretodo llevaba a sus dos vacas a pastar, como la mayorìa de los niños del lugar. Recuerdo aquellas tardes cuando jugàbamos a “ billarda” en la empinada praderìa, de Os Pradiños junto al rìo.
Manolo Barros Otero, fuè aquel niño que hijo de buena familia y por ser ùnico,siempre destacaba entre los demàs .Acudìa a diario a la escuela. Buenos calzones y mejores zuecos, destacado estudiante. No dejaba de ayudar a sus padres en las tareas del campo, sobretodo llevaba a sus dos vacas a pastar, como la mayorìa de los niños del lugar. Recuerdo aquellas tardes cuando jugàbamos a “ billarda” en la empinada praderìa, de Os Pradiños junto al rìo.
Una tarde de los años cuarenta Manolo me dijo que se iba a Barcelona, a donde su padre habia sido destinado como encargado de obras. Sin embargo cada perìodo vacacional volvìa al terruño, lo que le permitìa tener contacto permanente con los amigos de la infancia y recordar las vivencias de su aldea natal.
Cursò estudios en la ciudad condal, donde obtuvo la licenciatura de abogado, que compartiò a su vez con periodismo, lo que le llevarìa a colaborar en varios periòdicos y ser corresponsal en España de una revista americana.
Cuando todavía en Beariz y su comarca, los ùnicos vehículos a motor eran los autos de linea,o algún camiòn de transportes, ya que la presencia de “mexicanos” con sus primeros “haigas”,apenas rodaban por las carreteras de macadàn y pistas de tierra de las aldeas. Manolo Barros Otero surcò las carreteras desde Cataluña a Galicia, en dos dìas de periplo pilotando su Fiat-Balilla acompañado sus padres, para arribar a su pueblo natal ofreciendo una imagen destacada e insòlita en aquella època . Eran los años cincuenta,cuando poder disponer de coche propio, constituìa algo excepcional, hasta que empezaron a rodar por las corredoiras los vehículos americanos de los emigrantes, conocidos como “haigas”que luego fueron sustituidos por los Mercedes de los màs sofisticados modelos, siguiendo asì hasta los tiempos que corren.
El Balilla de Manolo,unido a la buena amistad que mantenìamos desde niños,nos brindaba oportunidad de poder desplazarnos a la ciudad, prescindiendo del coche de linea, transporte vulgar en aquella època. No faltaba la asistencia al partido de fútbol a Balaidos. Como tambièn a alguna recepciòn a la que como corresponsales de prensa, Manolo y yo asistìamos de invitados,con el cartelito de “Prensa” en el parabrisas del Balilla.
Recuerdo una tarde de toros en Pontevedra,cuando una vez estacionado el Balilla al lado del coso taurino, dos acomodadores se acercaron a nosotros para acompañarnos, al lugar reservado en el tendido. El cartelito de “prensa” cumplìa su cometido. Manolo gran aficionado a la tauromaquia, aplaudiò al primer diestro, en una faena de banderillas colocadas desde la barrera. El torero se fijò en la ovaciòn y tan pronto como el toro se despojò de los palos, el diestro pegado al “olivo” entregò en mano un par de banderillas
Manolo,después de haber palpado la emigración, a Mèxico al contraer matrimonio con una hija de emigrates, le permitiò regresar como otros muchos, pilotando un lujoso Mercedes de la època ,fijando su residencia, como la mayorìa de las gentes de la comarca de Beariz y Aviòn en la ciudad de Vigo,donde alterna su vida entre la rìa y el Castro.
JOJABAL.
Cursò estudios en la ciudad condal, donde obtuvo la licenciatura de abogado, que compartiò a su vez con periodismo, lo que le llevarìa a colaborar en varios periòdicos y ser corresponsal en España de una revista americana.
Cuando todavía en Beariz y su comarca, los ùnicos vehículos a motor eran los autos de linea,o algún camiòn de transportes, ya que la presencia de “mexicanos” con sus primeros “haigas”,apenas rodaban por las carreteras de macadàn y pistas de tierra de las aldeas. Manolo Barros Otero surcò las carreteras desde Cataluña a Galicia, en dos dìas de periplo pilotando su Fiat-Balilla acompañado sus padres, para arribar a su pueblo natal ofreciendo una imagen destacada e insòlita en aquella època . Eran los años cincuenta,cuando poder disponer de coche propio, constituìa algo excepcional, hasta que empezaron a rodar por las corredoiras los vehículos americanos de los emigrantes, conocidos como “haigas”que luego fueron sustituidos por los Mercedes de los màs sofisticados modelos, siguiendo asì hasta los tiempos que corren.
El Balilla de Manolo,unido a la buena amistad que mantenìamos desde niños,nos brindaba oportunidad de poder desplazarnos a la ciudad, prescindiendo del coche de linea, transporte vulgar en aquella època. No faltaba la asistencia al partido de fútbol a Balaidos. Como tambièn a alguna recepciòn a la que como corresponsales de prensa, Manolo y yo asistìamos de invitados,con el cartelito de “Prensa” en el parabrisas del Balilla.
Recuerdo una tarde de toros en Pontevedra,cuando una vez estacionado el Balilla al lado del coso taurino, dos acomodadores se acercaron a nosotros para acompañarnos, al lugar reservado en el tendido. El cartelito de “prensa” cumplìa su cometido. Manolo gran aficionado a la tauromaquia, aplaudiò al primer diestro, en una faena de banderillas colocadas desde la barrera. El torero se fijò en la ovaciòn y tan pronto como el toro se despojò de los palos, el diestro pegado al “olivo” entregò en mano un par de banderillas
Manolo,después de haber palpado la emigración, a Mèxico al contraer matrimonio con una hija de emigrates, le permitiò regresar como otros muchos, pilotando un lujoso Mercedes de la època ,fijando su residencia, como la mayorìa de las gentes de la comarca de Beariz y Aviòn en la ciudad de Vigo,donde alterna su vida entre la rìa y el Castro.
JOJABAL.