ERA POR LOS AÑOS cuarenta,cuando me hallaba en Santiago cursando estudios.Cada dìa acudìa a clase como lo hacìan los demàs jòvenes,en una ciudad caracterizada como uno de los centros màs emblemàticos de España. Otros jòvenes como yo realizaban cada dìa sus actividades como estudiantes,por lo cual asì le ocurrìa a un chico y una chica,que aun cuando sus clases eran en centros diferentes casi todos los dìas coincidìan por el mismo lugar,ambos por el igual motivo, acudir a clase. Cada dìa se miraban uno al otro.El alto y moreno.Ella de pelo rubio y cutis dorado.
Asistìan a clase en centros distintos,aunque por el mismo camino, uno cerca del otro,se miraban en cada encuentro, sin saludarse. El joven llamado Paco, pensò que deberìa saludar a aquella chica que tantos dìas le dirigìa su mirada. Llego el momento de la decisiòn,y un dìa le pregunta: ¿A donde caminas todos los días?.Ella respondiò sonriente:A clase al colegio.¿Porque no vienes mañana un poco màs temprano,porque me gustarìa hablar contigo?.Espèrame vendrè y aqui en los soportales pedos vernos y charlar un poco. Le respondiò.
Efectivamente aquellos dos jòvenes, ansiosos ambos de entablar relaciones,eligieron los soportales de la Rua del Villar, para iniciar una relaciòn amistosa, que en poco tiempo se convirtiò en un lazo de amor algo duradero.
Tanto antes de acudir a las clases,como a la salida de las mismas,el contacto entre ambos era asiduo y ninguno de los dos faltaba a la cita. Transcurrìan el tiempo y aquellos estudiantes,sin olvidarse de las tareas cotidianas y proseguir sus estudios,se profesaban un cariño lleno de sinceridad,que algun dìa podrìa hallar la pretensiòn deseada.Santificar los amores que cada dìa fraguaban entre los dos como algo que no se suponìa terminaria.
Los padres de aquella joven,propietarios de un establecimiento de ropa en Santiago,sufrìan un bache en su actividad y una nueva vida les llevò a emigrar a Argentina,a los que acompañò su hija y otros miembros de la familia.Las relaciones amorosas de aquellos dos jòvenes,sufrìan un grave traspiès y lo que antes eran miradas y sonrisas de cara uno al atro,se transformarìan en unas relaciones amorosas por correspondencia, intercambiandose de vez encuando alguna fotografìa.
Como ojos que no ven corazòn que no llora.Aquellos amores de unos jòvenes que tanto se querìan empezaron a padecer los efectos de su separaciòn.
Transcurrìan meses y años y las relaciones acusaban la frieldad de la distancia. Paco tomaba nuevos rumbos,la joven Pepita,dejaba de escribir tan asiduamente. Aquellos amores habìan padecido los efectos de la distancia y el olvido, calando en los dos para seguir otros rumbos,haciendo cada uno su vida tomando nuevos cauces,cuando un amor que se habìa fraguado,lo ha roto la distancia.
Asistìan a clase en centros distintos,aunque por el mismo camino, uno cerca del otro,se miraban en cada encuentro, sin saludarse. El joven llamado Paco, pensò que deberìa saludar a aquella chica que tantos dìas le dirigìa su mirada. Llego el momento de la decisiòn,y un dìa le pregunta: ¿A donde caminas todos los días?.Ella respondiò sonriente:A clase al colegio.¿Porque no vienes mañana un poco màs temprano,porque me gustarìa hablar contigo?.Espèrame vendrè y aqui en los soportales pedos vernos y charlar un poco. Le respondiò.
Efectivamente aquellos dos jòvenes, ansiosos ambos de entablar relaciones,eligieron los soportales de la Rua del Villar, para iniciar una relaciòn amistosa, que en poco tiempo se convirtiò en un lazo de amor algo duradero.
Tanto antes de acudir a las clases,como a la salida de las mismas,el contacto entre ambos era asiduo y ninguno de los dos faltaba a la cita. Transcurrìan el tiempo y aquellos estudiantes,sin olvidarse de las tareas cotidianas y proseguir sus estudios,se profesaban un cariño lleno de sinceridad,que algun dìa podrìa hallar la pretensiòn deseada.Santificar los amores que cada dìa fraguaban entre los dos como algo que no se suponìa terminaria.
Los padres de aquella joven,propietarios de un establecimiento de ropa en Santiago,sufrìan un bache en su actividad y una nueva vida les llevò a emigrar a Argentina,a los que acompañò su hija y otros miembros de la familia.Las relaciones amorosas de aquellos dos jòvenes,sufrìan un grave traspiès y lo que antes eran miradas y sonrisas de cara uno al atro,se transformarìan en unas relaciones amorosas por correspondencia, intercambiandose de vez encuando alguna fotografìa.
Como ojos que no ven corazòn que no llora.Aquellos amores de unos jòvenes que tanto se querìan empezaron a padecer los efectos de su separaciòn.
Transcurrìan meses y años y las relaciones acusaban la frieldad de la distancia. Paco tomaba nuevos rumbos,la joven Pepita,dejaba de escribir tan asiduamente. Aquellos amores habìan padecido los efectos de la distancia y el olvido, calando en los dos para seguir otros rumbos,haciendo cada uno su vida tomando nuevos cauces,cuando un amor que se habìa fraguado,lo ha roto la distancia.